De nuevo se acerca el invierno por la noche,
cayendo blanco sobre la negra tierra.
Acepto
en igual medida lo que viene,
sea
un báculo o alforja, agradezco…
A
la mojada arcilla, al frío de noviembre
están
cayendo los jinetes e infantes.
Son
vivamente fieros los regalos de guirnaldas muertas.
Prefiero
un ajenjo en la cabecera.
Que
traigan una rama de ajenjo, especiada y plateada,
pediría
la misa por mi defunción.
Un más respiro y
casi no hay melancolía.
Como
si no fuera la vida que he perdido del todo,
como si por un momento me quedé dormido en el camino…
Traducción de Sergei Batonov
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