No vi tigres en Kerala,
Pero
vi una leona en Kruger,
Estaba
exhausta, herida de hambre,
Extenuada,
Yacía
en mitad de la carretera,
Desfallecida.
Cinco
jeeps la rodeamos.
Sentí
vergüenza de ser carroñera.
Tardó
un minuto
En
llenar de orgullo
su tripa vaciada.
De
repente se incorporó,
Perpetuando
su pasado de pasarelas
Y
posó altiva los instantes previos
A continuar
su abrazo con la parca.
Sabía
que, incluso agonizante,
Era
imponente, soberbia,
Magnífica,
Más
que cualquiera de nosotros.
Sabía
que no podría defenderse
De
los espectadores del morbo
Y fingió
la vida.
Yo
lloraba
Disparando
contradicciones
Con
mi cámara.
El
conductor nos dijo:
A veces los cuidadores del parque
Vienen a traerles comida.
Con
la conciencia consolada
Y
los móviles ahítos,
La
dejamos sola con su hambre,
Crueles, como su destino.