¡Oh tierra amada,
callada bajo la soledad perpetua!
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¡Oh casa acompañada
de grillos y eriazos amargos!
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Hasta ahora recuerdo
el triste sendero que
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recorrí por última
vez cuando dejaste de
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cobijarme bajo aquel
cielo estrellado.
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Hasta ahora recuerdo
mi llanto cuando
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se estremecía entre
aquellos cerros
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que parecían
remedarme con su eco.
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No es cierto, sin
embargo que te haya
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olvidado por ir en
busca de mi destino.
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¡Oh tierra y casa
amada!...
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Te tengo siempre
presente en este
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corazón adormecido.
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