Si tan solo tuvieras la capacidad de escuchar
se revelarían ante ti
todas mis sagradas melodías,
saltarían las notas del pentagrama,
las que canto cada mañana acompañada
de trinos mágicos.
Percibirías los murmullos de mi cuerpo,
el calor que se desprende
de los volcanes de mi piel dormida.
Si tan solo tuvieras la capacidad de mirar y ver,
notarías los lunares que decoran mi alma,
las lágrimas que nublan el brillo en la mirada,
el resplandor reflejándose en el espejo transparente,
el que separa de los límites del umbral,
del precipicio del dolor,
de las cumbres escarpadas del placer contenido,
de las delicias escondidas tras mis muecas.
Si tan solo supieras escuchar y ver
tendrías en tus manos
un millar de estrellas
iluminando las sombras de tu barca.