De rodillas quema esa injusta palabra,
Denota la ignorancia que
se mueve con velos grises,
Águila dormitando en el
cielo inepto,
Paloma que sangra por sus
dos alas blancas,
Nube fina que se posa en
la cabeza,
absorbiendo cada lágrima.
En la mirada…
humedad de tristeza inesperada,
ocultando de golpe la
sonrisa.
Arde esa injusta palabra,
aquí donde comienza el
calvario,
donde cae de bruces la
buena voluntad,
y te convences de
la crueldad que te abraza.
Siego el verbo que supura
entre los labios
empañando al diamante
cristalino que llevas en el alma,
destruyendo el cofre
sagrado guardado en las entrañas,
rezas de rodillas con la
secreta ansiedad
esperando que la luz
vuelva y se ilumine el verbo
que de paso al poema del
perdón.
Amiga de siempre: Digno hijo de tu Poesía, así es esta expresión, dominante, como cuando se le requiere a alguien una rectificación. Magníficos versos salidos de tu alma. Felicitaciones.
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