Desnuda en la penumbra del ocaso
contemplo la agonía de las horas
que mueren desmayadas por la lumbre
ante el viejo candil de los recuerdos.
La tarde languidece y mi esperanza
se escapa por las grietas de mis huesos,
enjutos por la herrumbre de los años
expuestos sin piedad a la intemperie.
Mi alma se desviste en soledades
perdida en la espesura de la noche,
en tanto la figura de otro tiempo
atrapa entre sus fauces mi memoria.
Avanzo con el
fardo entre mi brazo
atisbando la vera del sendero,
con mis pasos camina la osamenta
para hallar
redención a mi destino.
D.R.A. Bucaramanga, Colombia.
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