La luz se cuela
entre los resquicios
de mis tejidos acuosos
y alimenta mis entrañas.
Soy una sombra iluminada.
La naturaleza
alumbra esperanzas
en tanto digiero con dificultad
el pasado y lo pasado.
El tiempo pasa ajeno
y alocado
dejando arrasados,
como por el huracán,
los sueños perseguidos
por mis pasos,
poco a poco más pesados.
Entiendo más, pero viviré menos.
Si la juventud supiera, si la vejez pudiera...
Se acrecientan
las angustias y las llagas
y entran en lucha titánica
contra el esplendor del día.
Batalla diaria,
las ilusiones despiertan
para dar entrada
a la melancolía,
poderosa dueña de todas las penumbras.
Combate desigual entre estaciones,
Acechan temores recurrentes,
la implacable victoria invernal
absorbe la sangre de mis venas
y deja heridas de muerte
las articulaciones de mi alma.
Sólo espero con ansiedad,
casi fuera de combate,
el regreso sanador de los días cálidos,
el aliento impagable
de la vida iluminada.
Iluminas también nuestro día al leer tu canto, Gloria.
ResponderEliminar"Si la juventud supiera, si la vejez pudiera..." Con el paso del tiempo, implacable, comprendemos mejor el sentido de la existencia y ello nos hace apreciarla aún más.