A la paz del mundo
I
Te me haces carne,
como dulce breva,
que se escurre del alma a mi cabeza,
con tu insólito canto de
belleza
que me inquieta, me turba y me
renueva.
Tres letras de sutil delicadeza
que prenden su farol para
la leva
de nobles corazones ¡Me subleva
la suma de conflictos, la incerteza!
Estás siempre latente, aunque se
mueva
el interés mezquino
con dureza
¡Qué formidable impulso que conlleva
tan férrea convicción , tanta
entereza!
¡Y qué vital
mensaje que se eleva
pletórico de Paz y de nobleza!
II
En medio de la selva de cemento,
se esconde el Leviatán de las
pulsiones,
el quiebre de argumentos y razones,
el soliloquio vano y sin concierto.
¡Qué permanente choque de
pasiones!
¡Qué contrapuesta lucha de
escarmiento!
¡Lo deja sin resuello al
sentimiento
e impide florecer las emociones!
¡Mas la palabra Paz abre un camino,
consigue superar el desacuerdo
y enfrenta con firmeza el desatino!
¡La mano que acaricia en el
recuerdo!
¡El trino de las aves, cantarino!
¡Mi ser junto a tu ser en
cada acuerdo!
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