“Huertos donde la fruta sazonada en su propia dulzura se deslíe”
Carlos Villafañe, Tierra del
alma
Como las aves de mi terruño,
voy planeando por sus pliegues
inmersa en verdores y azules
en el cantar de sus paisajes.
Los enamorados buscan
el sendero de Efraín y María,
ruegan al Milagroso
su intervención.
Miro de reojo,
paso de largo a lo parapentistas,
arrobados en la inefable visión,
olfateo los cañaduzales,
y el perfume de sus frutas.
Fluye El Cauca
por la región,
recoge caudales
lleva consigo historias
anhelos desbordados.
Susurra melodías,
acecha los campos de girasoles
los aleteos de mariposas,
el danzar de sus pájaros
y garzas.
Llegan los acordes de la música:
salsa, currulao o danzón,
los arpegios del bambuco dulzón,
la alegría del pueblo,
el donaire de las mujeres
por la fiel pujanza de la región.
Admiro la exuberancia
de ceibas y jacarandas
aspiro sus aromas,
el don de sus gentes,
la diversidad de etnias
y manjares.
Vislumbro Calima,
bajo la penumbra
de la neblina
encandilada por el reflejo del sol.
Diviso los picos de los farallones,
me hipnotiza el alba,
tiñe de sangre el azul del Pacifico,
se aparea con los atardeceres,
empuja la espuma a los acantilados,
se embebe mi piel
con el encanto y caricia de tus aires.
Embriagada por lagunas,
cascadas y bahías,
me escondo en el océano,
en la llanura y selva
de los humedales,
en los páramos,
la panorámica de su entorno
me transfigura en poesía.
Oda al Valle del Cauca *Musicalizada por Harold Fernando Cobo Azcárate
0 comentarios :
Publicar un comentario