En el noveno piso
huele un aire viciado y
caliente.
Hace más y más calor, el
cuarto fermenta,
sobre el techo, encima de las
cabezas, los espectros
de la noche acosan en pleno
día;
la ventana que no se puede
abrir
está ubicada frente a la cara
oculta,
fea y
deteriorada del edificio vecino,
el alto muro parece listo para caerse encima nuestro,
todas la cosas son irrisorias
y la cama sucia
se inclina de un lado.
No voy a quedarme aquí.
Debo huir, desaparecer,
no puedo respirar este veneno, exponerme a un
desmayo.
Como la ventana no se abre
el camino más corto hacia la liberación
es descender los escalones de
los nueve pisos
uno tras otro.
Excelente poema, real, te felicito, Amaralis, desde Puerto Rico
ResponderEliminarSusana Ribolo
ResponderEliminar14:02 (hace 1 hora)
para mí
Hola!! Lindo el poema, tal vez esperaba otro final, me pareció que decae ahí... Pero es tuyo y bello.
A veces es preferible descender aunque sea escalón por escalón que vivir en riesgo que solo lo oculta una ventana clausurada. Mi felicitación por su buen poema. Ernesto H, Puerto Rico
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