Para Paulina Vinderman
Paulina duerme con el corazón a tajo
abierto
en la habitación vecina
y por su ventana huye un mendigo con una corbata gris
alumbrada por planetas nocturnos.
Paulina duerme y la habitación
se va llenando de poemas
de relojes que disparan sus manecillas
al centro de sus sueños
de pájaros extraños y flores que queman
de un leve sabor a café
y un aroma como de jabón que se desenreda
de su cabellera negra.
Abajo
……..una orquesta se bate a duelo
sobre la música mortecina y triste de un bolero
un ebrio llora sobre el mantel de encaje
una mujer se ríe
y escandalosamente muestra una pierna
balanceándose sobre el precipicio de su mesa.
Paulina duerme
y todos los ángeles del trópico
con largas cabelleras de árboles dorados
se precipitan a su lecho.
Ella apenas se mueve
dando manotazos al aire espeso de la noche
pero sus sábanas no sueltan
ni un solo fragmento de su cuerpo.
Paulina duerme
y mientras sueña me dicta este poema.
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