Me acompañan silencios no dichos;
palabras
asustadas que, no te las diré.
Callaré las
prosas que el alma grita,
callaré por
lo vano de sus fines
y dejaré
correr los segundos,
los mundos,
que ya
corren a tu partida.
Dejaré en
vilo la palabra
No te haré
ningún reproche.
¿A quién
echaré la culpa,
acaso a ti,
celestina
noche?
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