No habrá nada – ni el silencio, ni la luz,
Ni el crepúsculo marino, ni el día,
Ni las estrellas rielantes, ni el viento
lento,
Ni casa, ni ciudad, ni la melancolía,
Ni el sueño, ni una melodía
Que un ave empiece con un silbido matinal,
Ni una aspiración que cubre la alegría,
Ni todos los sumandos nominados,
Ni una embriaguez anónima, tal como ese
día,
Ni aquellos desvanecimientos al pie de las
cantantes rocas
Bajo la arremetida del oleaje, su totalidad
Ni el metal, ni el aire, ni la voz, ni el
árbol
Serán incapaces de contar –
Entonces todo eso desaparecerá, y estás
corriendo,
Un niño que en la restringa se ha
abandonado en el juego,
Y con lo único de todas las visitas
Está repleta desmedidamente la vida
jubilosa –
Con lo inconcebible.
Marzo
del 2020
Traducción
de Sergei Batonov
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