¿Qué somos los elegidos
de
los vientos y alboradas?
Los
que vivimos en constante
jauría
de perros,
que
al alma muerde
y a
la par nos alienta.
Creo,
y pienso...
qué
no somos más
que
una pasajera
nube
de verano.
Donde
hacemos
de
cada tiniebla
nuestra
morada
y
refugio,
mientras
nos devoran
las
palabras
e
ideas de miles de amantes.
Cuyas
miradas
nos
hace temblar
la
sed ardiente y mordaz
de
nuestra escritura.
Donde
nuestro cuerpo
flota
sin alas, se desintegra
para
unirse con belleza,
en un
proceso...
de
alborada sin caricias.
Los
nacidos del útero
de
amargos naranjos,
los
que nos llevan
a la
misma boca
del
cementerio
para paladear
el recuerdo
con
verde ciprés;
que
alza sombreado espíritu,
para
que veamos sin ojos.
Sí,
aquellos...
que
en ardiente desorden
nos
envolvió
un
aura de luna roja,
con
la casta palabra
de
nuestra inocencia.
¿Qué
somos los elegidos...
el
óleo rancio
con
pisada de orgullo,
que
una vez muerto,
renace
en las gradas
de
ruinas quemadas?
¿O
somos...
aquel
beso quemado
y
nunca dado,
en
una boca áspera y dura
como
el Sarmiento?
¿Adónde
miraremos
cuando
el azahar nupcial florezca
de
nuestro desnudo cuerpo,
y nos
regale el rocío en cada poro
de
nuestra extasiada hierba?
C.ROMÁN
( © Derechos Reservados ) 28
de agosto de 2019 ·
Bello y al punto, Clotilde. Gracias por compartir.
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