Hay un sendero que ya no recorreré...
Hay una ventana que ya no abriré... ni
cerraré...
Hay una puerta que ya no atravesaré...
Hay un cántaro que ya no llenaré...
Hay un camino elevado... un cerro... que ya no escalaré…
Hay un cajón, un cofre, que ya no abriré… Ni
cerraré…
Hay un árbol añoso, frondoso, bello y elevado,
que me verá pasar... Serena, lenta, callada…
Y ya nada le diré… Y ya nada sentiré… Y ya nada
cantaré…
Mi voz, habrá callado… Mis manos, se habrán
enfriado…
Mis pies, se habrán detenido…
Mis palabras, habrán callado…
Mis huellas, se habrán borrado…
Mis silencios, como aves indómitas atravesando
el cielo del ocaso,
habrán partido... A buscar mejores nidos…
Mis deseos, mis emociones, mis pensamientos,
habrán descansado…
Mis sueños, no habrán acabado...
Mis plegarias resonarán en la nada…
Desarraigadas… Solitarias… Demoradas… Desoladas…
Mi corazón ya no sentirá nada…
Sólo un bello y colorido ramo de flores
silvestres
me habrán depositado...
¡Ah, pero para eso... no teman... no se
alarmen!...
¡¡¡Aún falta!!!... ¡¡¡Aún
falta!!!...
¡¡¡Aún falta!!!...
* LILIANA ESCANES, desde mi humilde rincón de
“LA CASA AZUL DE LA
POESÍA”, 1/4/2022, Bahía Blanca, Argentina *
Me gusto mucho el final. El cual da lugar a la esperanza de vida de nuestra alma espiritual. Hare Krishna!
ResponderEliminarEl final de este poema está acorde con el resto, impacta, porque es esperanzador, desde el comienzo -hasta esos dos renglones, alude a la muerte, es el final es el que remata bien, con FE Y ESPERANZA.. MARTA C. SALVADOR - MAR DEL PLATA - ARGENTINA.-
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