Yo sé que ellas habitan en la casa de Ciro
pero nada puedo
morarán los íconos y serán
nulas moraciones
crío crines en las cuadras oscuras mientras ellas trajinan
en
los patios
tocan los húmedos pistilos y las húmedas corolas
yo callo
Las mujeres que a Ciro habitan los hacen sin verbar
-
cualquiera diría que ellas son las prudentes –
pero el aceite es de Ciro y yo lo guardo.
Ellas retozan. Desrizan sus membranas. Se acuestan
hasta el tope de sus bocas entre sus bastos y
sus copas cargadas. De frente a mi debilidad.
Si a mí sólo se me da
el velar entre la hierba
si se me procura el gemido y se me cubre
lana negra
lana ennegrecida
sobre la lana
voy
con el cayado
alcanzo la montaña azul y vaga
¿Para qué la montaña
la
mitad de la montaña
como pólvora mojada?
En “Hormas & Averías” 1999.
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