En las
mañanas vuelo hacia la nada.
Entre
bancos de nubes
el
maná de los dioses me espera.
Pasajero
soy de estas avenidas
estelares,
internas,
transeúnte
soy
de
esta calle de agua
donde
se ahoga la furia.
Escapo
hacia mí
por la
abertura del silencio
pródigo
en estallidos
de
sosiego.
Y el
carnaval empieza.
El
desfile luminoso de todos los secretos.
Caen
las oscuras murallas
y por
un instante
soy
sólo un pulso
que
flota eterno
en la
gran sílaba.
Y
entonces vuelvo
saciado
de abundante nada
para
crearlo todo.
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