Hoy es Viernes.
El día veintitrés.
Se funde el sol y cae llovizna.
Hacia el milenio el Basileo ha tejido
las bochornosas redes del bizantino sueño.
Allá, en los azulinos ojazos del basilisco,
se revela con tan poderío convexo
aquello lejano que es lento e indefinible,
lo que pasó, aún no debe perderse.
No sin motivo, allí en la masa cianura fundida
el Ponto, ensombreciendo su pupila celeste,
lucirá realismo cantando la trágica Gloria
y acercando al alfa la insignia de omega.
Y no sin razón en el flujo candente
en el cénit blanquizco del día de julio
alguien afín,
muy cruel y enorme,
con la cara de arcilla y los ojos de zafiro
de voz crepitante me va a llamar…
Traducción de Sergei Batonov
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