Todo son cadenas,
Las del espíritu y las de la carne.
Todos somos esclavos,
Seres encadenados,
Atados a lo que perseguimos,
Aquello en lo que nos hemos convertido,
Atados a los objetos nuestros,
A la vida de los otros,
A los que hemos dado la
vida,
Atados a los que ayudamos a morir
De cualquier manera.
Todo son cadenas
Y estamos atados a los remordimientos,
A lo que pudimos -y tal vez debimos
Haber hecho,
Atados a los principios
Y al único final posible,
A nuestros sueños pertinaces
Que pueblan el interim de la fugaz estancia.
Atados a la sequía, Al tiempo,
A la ignominia,
A la maledicencia.
Atados a algunos compromisos
Y a unas pocas fidelidades.
Todo son cadenas
Y yo estoy aquí,
Condenada y bendecida,
Atada a esta casa
Que fue tan nuestra
Y ahora es sólo mía
Y de mis recuerdos tuyos,
Atada a tu aroma
Que habita los rincones
Y las oquedades,
Atada a las tardes con tu nombre,
A todas las esquinas,
A todas las miradas,
Atada al amor,
Que, quizá, vuela libre de cadenas.
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