Pocas son las cosas eternas:
Dios, el cambio, el espíritu,
el Amor Universal…
Lo demás es eso, lo demás.
Ni el poder ni la autoridad,
Ni la riqueza o la pobreza
Son eternos, tampoco el mal.
El volcán que estalla retumbando
Y vomitando fuego infernal
Un buen día se apaga por siempre
Y solo queda un promontorio
Con un hueco, vacío, insustancial.
Y aquél que creyó en su fuerza temporal
Un día cayó vencido por contrarios
O por el tiempo inexorable,
O el cumplimiento fatal.
El amor humano casual y pasajero,
Revienta el pecho si le oponen resistencia,
Mas ha de suceder,
Surgirá el olvido o la muerte,
Lo que surja primero.
He aquí que gozarás el constante presente
Porque luego el pan se endurece,
El café se enfría, como los muertos,
Aunque surgirán olas de amor
A la vera del camino y allí crecen.
Ernesto, eres un poeta de luz eterna, te felicito por este maravilloso poema, gran amigo, desde Mayaguez, Puerto Rico, CAVO
ResponderEliminarCarmen Amaralis Vega Olivencia
Gracias, amada amiga Carmen, hermana en la poesía.
Eliminarexcelente poema reflexivo, profundo y hermoso gracias estimado amigo Ernesto, CAVO
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