La
brisa cual fresco soplo, acaricia, abarca ruta,
con suave capote de vida. ¡Qué garbo del aura y
hálito sencillo, al traer una sensación de cuerda
locura, que va hacia la frescura del ser! al pasar
por
nuestras napias, fragancia de floridos
prados, cual
ramillete vasto de flores.
Viento, liberto en su raudo pasar, súbito jadeo do
moldea crespas piedras y la brisa sobre llanos
desiertos versando ventoleras con oreados
sonidos de silbos elocuentes, moldeando arquean
tés dunas.
En el resoplido a las hojas secas en los otoñales
fríos, van los céfiros vientos, queringosos, cual
jaspitos ventarrones, como corcel en galope
levantando nube de polvo y dejado huellas por el
tiempo de tedio frío cortante y marcado.
Tan lejanos vientos, cual bufido resoplo, en la
cerrada distancia de su propio feudo, que van
entre peñascos y montañas, de grandes alcores.
Vientos furibundos, con movimiento de ímpetu
fuerza, pugna de temporales aciagos de destrozo
por doquier […] uno se pregunta, ¿Quién podría
disipar su iracunda bizarría y salir de este
zafral?
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