Voy pasando páginas en blanco,
opacas,
mustias,
muchas
páginas,
buscando
sin cesar la palabra perfecta,
la
luz que despierte del limbo a la flor,
que
sonroje la piel delicada de tu rostro
y
acelere el palpito íntimo del ser.
He
pasado largas horas en un silencio cruel.
Tan
cruel como una mañana sin sol,
una
noche si estrellas,
un
cántaro sin agua fresca.
He
mirado unas manos arrugadas,
cansadas,
ineptas
para la caricia perfecta.
Quisiera
avivar las horas
con
frases que despierten alegrías,
las
propias y las ajenas.
Solo
necesito que vuelva a brillar
la
luz divina en mi interior,
se
desborde radiante,
y
vuelva a tener sentido la vida.
No
descansaré hasta encontrar ese rayo infinito
que
hace algún tiempo desapreció
mientras
enterraba a mis muertos
dejando
sin destellos mi rastro.
Necesito
esa luz desesperadamente.
No
se puede vivir en las tinieblas.
Gracias por tu poema. Muy bonito, Carmen
ResponderEliminarGracias amigos, mis poemas salen de unas musas muy escondidas a veces, bendiciones, agradecida, Amaralis
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