Una cara me mira
desde abajo
clava sus iris
sobre mi silueta
vuelvo mi cara
para responder
su mirada
pero ni el vidrio
ni la calle de por medio
ni la figura fría
pegada
al aviso luminoso
se anima
a
revivir los músculos
de ojos, boca, nariz y
cara
entera
ni es posible
que el dueño del almacén
le dé permiso
de salir a saludarme
deberé contentarme
con dirigir mis ojos
y entornarlos
con disimulo
hacia la vitrina
en donde la tiene prisionera
ese reflector que
no
le permite
abandonar el sitio
que
la publicidad
le
paga
por
estar ahí,
quieta,
- al sol y al agua -
soportando
los ojos
de
mirones y curiosos
8:13
a.m. 04-05-19
Leopoldo de Quevedo- Cali, Colombia
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