Me
quedará el recuerdo del eco en caminos cuadrados, poco iluminados,
De
frías mañanas aun no inauguradas por transeúntes idos en pensamientos
irrelevantes,
Con
miradas fijas, sabe uno donde,
En
aquellas callejas, aburridas desde siempre.
Hasta
que el clic clac llegó a mi puerta,
Y
el clic clac se alejó de ella.
Por
el ovillo de la puerta observe y nada, nadie.
De
pronto, clic, clac hasta mi puerta y clic clac alejándose.
Corrí
entonces hasta el armario marrón,
Al
final del patio: Y siguen ahí, donde los dejaste…
…Y el clic clac una
vez más…
Sin
oponer resistencia, los saqué del armario y me los coloqué.
Y
al unísono el clic clac se convirtió en una historia de vivencias eternas pues,
Al
levantar la mirada, te vi del otro lado de la ventana,
Parado
en la esquina, una eternidad y después, nuestros suecos bailando hasta
abrazarnos.
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