He luchado ancestralmente
contra
las polillas
que
devoran ideas nuevas.
Yo,
rebelde reencarnada
y
silenciosa,
he
vivido en resistencia.
Oculta
en las alcantarillas
del
saber estar y el saber hacer,
deambulo
desapercibida y sola
entre
decenas de grupos,
coleccionando
carnets,
puertas
abiertas
y
membresías,
buscando
alguna huella de identificación,
el
reconocimiento en la otredad,
la
aceptación de la otredad.
En
el entretanto he repartido
honestas
empatías
y
pacíficas sonrisas.
Quizá
no supe ser otra.
Cada
átomo es
y
mi ser es la independencia,
el
aire mío,
el
aliento sin sosiego,
el
tiempo como un ciclón,
el
desapego.
Sobrevivo
ya sin abrazos,
sin
somatizar mis soledades,
a
las que voy y de las que vengo
en
esta pobre barquilla mía,
que
un día me dejó Lope
en
herencia.
He
luchado a brazo partido
contra
las polillas
que
devoran ideas nuevas.
Yo,
clandestina en los gobiernos
y
sus más fieles oposiciones,
furtiva
de los baños de multitudes
y
de los palmeros
–que
no de las aliadas palmeras-,
contracorriendo
libre.
Cada
molécula es
y
mi ser es la independencia,
el aire mío.
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