¡Ay, Federico! tú, fuiste gitano,
gitano,
fragua, luna y calentura,
nardos,
claveles rojos de tu mano,
los
mismos que te dieron sepultura.
Nunca
sangre olerá más roja y pura
que la
seca por balazo de guano
cuando
entre candil y con alba oscura
el seno
de muerte acuno temprano.
El, ¡Ay !
timbro por montes y llanura,
marcado
en poema te hicieron sano,
danzó
llanto con canto de amargura
y con
agua y barro te hiciste hermano.
Nunca en
el Darro corrió más bravura,
ni saltó
del lodo más vil gusano,
manantial
de leche fue tu ternura
y jamás
será sacrificio en vano.
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