Viajo sin rumbo, por inercia,
por la avenida sin nombre
de la fría ausencia.
Acelero el paso,
corro para pronto salir
de este estéril valle
en que nada crece
excepto la angustia y esta calle
por saberte lejos, distante,
y yo sin saber
si al final de esta ruta,
triste y sin beber
del cántaro sublime
de tu amor ni de tu boca
que dejó tu alma loca
para correr sin destino
por quién sabe qué camino
que a ningún lugar te lleva,
tal vez a morir de frío
de nieve que no derrite
aunque haya llegado al río.
Haré chocar sendas piedras
para intentar, con su chispa,
levantar flama y quemar
todos los recuerdos míos.
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