Nuestra vida pende de un hilo,
pero
no nos damos cuenta.
Unos
con otros discutimos,
y
prisioneros del rencor seguimos.
Perdemos
el tiempo sin hacer nada.
Con
palabras sin sentido
llenamos
las horas. Esto nos conecta
como
telas de araña a las
minucias
de las vidas de otros.
Pensamos
que el tiempo es ilimitado,
que el
mundo o la vida son infinitos.
En un
segundo, vemos el
hilo
vibrando. Es tan
fino,
listo para romperse.
Entonces,
queremos cambiarlo todo,
enamorarnos
del momento,
despertar
nuestros amores olvidados,
borrar
nuestros viejos resentimientos.
Pero el
hilo ya está cortado; demasiado tarde . . .
Traducción al Castellano: Javier Prieto
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