“¿Me estoy muriendo? me preguntaste de repente,
tu piel transparente, como una sábana blanca.
“¿Es este mi adiós a la vida?” una lágrima cayó
de tus ojos, la última hoja del árbol.
Posé mis dedos en tus manos,
susurrando: “No te irás en absoluto.
Morimos un poco cada hora, cada día,
así que somos iguales, estamos en el mismo barco.”
Traducción al castellano: Javier Prieto
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