Llegó la tarde y el calor cesó.
Flotó con la frescura cariñosa
el espíritu de Sergiy
a la ventana abierta.
Repito: lo superfluo no me hace falta.
Estoy agradecido por todo
lo que me da el día tras el día.
Agradecido por las palabras alicaídas,
que quizá
están al punto de resonar con perspicacia.
Con la omnipotencia del silencio en tinieblas
llenas de amor
fue concebido ese sonoro mundo sin más
preámbulos.
En la ventana entra volando un escarabajo
y chocando contra una lamparilla de oro
se abarraja al piso. Su nocturna llegada
por la mejor de las parábolas ha sido
tan generosamente inspirada
por una estrella fugaz.
¡Te agradezco pues por estos dones:
el de aspiración que sigue cuantos años,
y santidad de la quietud, y armonía
de la pasión!
Por el voraginoso vado de la noche
pasará Bartolomé.
Y ojos del joven son
un jardín inmenso de estrellas…
Traducción de
Sergei Batonov
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