Dedicado a M.
Aliento mientras hay, la muerte no existe.
Y trascendiéndola vivimos otra vez
en capas diferentes. Son incontables los
indicios
del destello del otro mundo, el celeste.
Y por el rayo vacilante
regresaré a ti, mi hijo, de allá,
de modo que quisiera expresarte:
“¡Te he querido, quiero y de nuevo
voy a guardarte, mi lector,
mi delicado joven, él de tristes ojos!”
Incendiaré todas cuarenta por cuarenta
velas para expulsar la alucinación
y aclarar caminos tuyos,
las vías despiadadas…
Pues, hasta pronto, mi amor, no estés
triste,
si en la red tejida ingeniosamente
somos perennes como dioses.
Traducción de Sergei Batonov
Un poema de amor filial y esperanza para uno que tiene que pasar por el sufrimiento de ver partir a aquel que es muy especial en su vida. un poema de esperanzas. Muy esperanzador. Mi felicitación.
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