Aprendí a querer a mis hermanos.
Los de ajeno color de piel.
Los de disparejo pensar.
Aquellos que no ciñen mi fe.
Esos a los que la suerte les sonríe
menos que a mí.
Los desfavorecidos a la puerta del hospital.
Los fraternos que de limosna viven,
atentos al mercado regalado.
Los políticamente adversos.
Jóvenes y viejos en otra vibración.
Los infantes, anfitriones de torpezas.
Los semejantes con su canto
parecido al de mi corazón,
anhelante de paz y amor.
De sentimientos elevados
colmo la diferencia.
Enriquece mis pasos con tesoros
no develados.
Ocultos a la vista de obtusos.
Con su verdad glorifican quimeras.
Deseo creer en el contraste.
Dibuja sombras y luces,
donde se descubre al ser humano.
De crepúsculos y de auroras vestido.
Talentos que me habitan
en el periplo de convertirme
en mejor persona.
Devenir de una estudiante de la vida
que no cesa de aprender con el revés.
Doy mi palabra, no miento.
Resultado de haber transitado
la condición humana
con soles y lunas a mis pies.
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