Cantaré a mis amados libros
que con celo sostiene mi NAKÚH*
no sea que rueden
por el precipicio
de la indiferencia.
Permanecen
en el lugar del pensamiento
parlotean en susurros
entre el espejo y la luna
En sus entrañas guardan
semillas de ensoñaciones
al abrirlos germina su fruto.
Veo desfilar
por mi cuarto antes vacío
sombras de personajes desconocidos
entre neblinas
y vorágines de lectura
sin fatiga
En medio de su silencio
-plenos de palabras-
como en tablillas de arcilla
navego en el ocaso de la historia
me veo cual sibila
al amanecer de los dioses
entre Horus y Minerva
La Eneida trunca de Virgilio
el paisaje de un molino de viento
en la aventura de dos amigos
y no logro formar
la nave segura
para acompañar a Dante
por tantos círculos
o para vivir cien años
en solitario
A punto del naufragio
hallo mi puerto
en Rubén Darío
y cobijo en la alcoba
de Emily Dickinson.
Con hilos invisibles
tejo una manta de vocales
que me envuelve
como abrigo de invierno.
Cofres de sabiduría
cuando me haya vuelto sombra
¿Cuál será vuestro destino?
*Nombre indígena, significa Corazón
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