Débil y asfixiado,
yazgo cual náufrago arrojado
a una isla.
Tras mucho navegar,
entre tumbos y marejadas
acompañado a veces por noches de luna serena,
llego a mi puerto.
Habiendo dejado mi casa,
he surcado
las venas de la vida,
los ardores del anhelo.
He atisbado los horizontes de mis sueños,
mas no me he acercado
por temor a encontrarnos frente a frente.
Mas
hoy veo inerme como mi nave llega a su rada
para no zarpar más.
Ha sido un camino simple y grande:
dejar mi casa y deslizarme
en la inmensidad de la existencia.
Enorme y a la vez sutil este poema en que se narra a grandes rasgos la vida del hombre. Bello, exquisito poema este del poeta Eduardo Arroyo. Va mi felicitación para usted.
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