Vago por los
costados de la ciudad,
por sus
contrafuertes derruidos.
Vago ciego,
sordo, vago como flotando.
Una luz de
cuchilla me acaricia,
raspa el
barítono:
“…Si
vinieras de noche como un rey destronado.
Si vinieras
sin saber a qué has venido.”
Vago ciego, sordo, vago como flotando,
rey yo, sin
corona yo,
repleto de
autoestima,
comido por
los pájaros.
Sobre este
ripio construí mi fortaleza,
estas son
mis medallas:
ni triste,
ni alegre, ni lleno, ni vacío.
Nada me
atemoriza,
nada me
avergüenza,
nada me
obliga.
Recojo un
poco de tierra y la lanzo al aire,
estiércol y
oro me devuelve el aire,
oro y
estiércol para mí,
para el
esqueleto que va conmigo,
vagando,
etc., solo vagando
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