Mis manos no recorren ya
Caminos, bosques, ni
montes nuevos,
Accidentes de carne
agradecida.
Mis manos no emocionan ya,
Exploran un cuerpo
unívoco,
Al que no arrancan
aullidos.
Mis manos, compañeras
mudas
Del alma que aún palpita,
Siguen tejiendo sueños
Más allá de lo vivido,
La almazuela en el
almario,
El misterio de un futuro
generoso.
Mis manos, demiurgos,
autoras,
Intérpretes que tocan
Las cuerdas de la gloria,
Callan ahora,
A la espera
De un ritmo favorable.
Mis manos que todavía
Creen en los prodigios,
Visitan las tierras del
olvido
Y afloran luego entre las lluvias
esperando crecer en los
humedales
Y habitar en los jardines
del deseo.
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