viernes, 19 de abril de 2024

INCIENSO Y PERDÓN por NATALIA FERNÁNDEZ DÍAZ-CABAL

 Esparzamos incienso

Sobre los cadáveres

De las flores.

Y repartamos pan

 

Y vino a los supervivientes.

La tierra se contrajo

En un espasmo

Y los relojes se han hundido

En el arenal, lejos

De la orilla.

Nos hablaron

De pandemias,

De un dolor premeditado

Y nada humilde,

De una vanidad contagiosa.

Sigo la pista de los surcos

-algunos me consideran

Fugitiva, otros

Admiran la

Destreza con que

Arranco las alas

De la incertidumbre-

 

Arrojaron los libros

A la hoguera

Y el humo ya es solo

Una partitura

De cenizas que empuja

La retina hasta volarla.

 

El destino, decía un niño

Demasiado adulto,

Es una línea ilegible

En la palma

De la mano.

 

Otro niño

Esperaba que

El espliego floreciera

Y nos diera claves

Para entender

La vida.

Pero solo llegaba

Un aroma en diferido,

Mezclado con alcanfor,

Y un álbum de fotos

Sin fotos.

 

Embriagada por la

Plenitud de desaparecer

Pongo un pie

En el punto en que

Los pájaros arrecian

Y el viento sofoca.

Nosotros, tan inciertos,

Superamos tantas

Cosas, pero fuimos

Incapaces de

Comprender.

Y perdonar.

 







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