El sendero se ha poblado
de celestes sagitarios
Tras mío, un ángel sin alas
que extravió la tarde
sigue mis pasos...
Con manos de alabastro
ejecuta una bella partitura
de cordajes medievales
La acera centenaria
quedó sin caminantes
y en lo alto
grandes ventanas abren
sus bocas umbrías
Respiran,
desde góticos pulmones
exhalando un enigma
de claustros y arcanos
misterios seculares
Me detengo,
miro los alféizares desnudos
el simétrico bostezo
de grandes ojivas,
su quietud monacal
Todo es recogimiento
La brisa nocturna
un lejano rumor de calles
La íntima candidez
de sutiles fragancias
que abrazan los muros
del
monasterio
¿Por qué estoy aquí?
¿Qué me trajo a este sitio rescatado del tiempo?
El ángel ya no está
a mis
espaldas
No sé de su destino
Al cabo,
intuyo que algo habrá
de anunciarse
Lo percibo a mi alrededor,
al trasponer las verjas
con la mirada...
En el mecer de los paraísos,
junto a senderos y jardines
de húmeda paz
ensombrecidos
Vuelvo a observar...
entonces,
a la luz de un quinqué,
de gasa y azul
un vuelo de cortinas
ingrávido y gentil
me da la medianoche
Este poema muestra una descripción de una soledad profunda. Nostalgia y maestría a la par. Me encanta.
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