Dios
lanzó sus dados
Giraron
del seis al uno
Y
era mediodía,
Aún
el vino no se cernía en las copas
Y
el asado distante sobre el fuego
Jamás
llegaría a la mesa…
La
suerte, como el destino, habló
De
años, de cruces, de incertidumbre…
Los
dados siguieron rodando
Del
seis al uno
Mientras
las copas rotas
Yacían
sobre el madero…
No.
No me dijo nada.
Dios
no habla, calla mirando el horizonte,
Largas
lágrimas llenan su rostro
Viendo
el rodar de sus dados,
Dados
marcados,
Dados
de azar lanzados al viento,
Todo
es albur,
Todo
es juego
Y
las manos de Dios siguen girando
Ante
un Cristo sonriente que se aleja de la mesa
Aún
incierta, vacía, estéril
Las
fichas del juego rodarán por siempre
Así
como la barca se alejará del puerto
Dejando
una estela entre padre e hijo
En
la que Dios calla la lejanía de Cristo…
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