Dame la mano, por
favor,
alcánzame la vida.
Alcánzame una gota
más de aliento.
Necesito un soplo
de alegría,
rellenar un hueco
al infinito,
sacudir el polvo
que me asfixia.
Que se alejen
cartílagos de duelos,
las sombras tristes
de un amor muy viejo.
Alcánzame tu mano,
Deja que sea yo la
que me aferre,
que hilvane el hilo
para coser la muerte.
La muerte que me
salva del delirio
que habita en mis
cavernas frías,
sarcófago íntimo y
oscuro
con esas
profundidades mías,
complicadas,
retorcidas,
cuestionando el por
qué de mis fatigas,
Si eres luz de
eterna compañía,
Llama sanadora,
prístina,
que me ama
sin hacer preguntas,
y no busca
encontrarse en la faena
con el sucio
fantasma que me habita.
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