Lejos del bullicio
Enemistadas
con el fárrago alocado
que trae la urgencia
Furia rodante,
infierno que no cesa
Tortura para el callado
pensador,
el silencio, la
tregua
Pero aquí
celebramos pájaros,
glorietas, árboles
frutales y amorosas
enredaderas
Enclave sagrado
erigido a espaldas
de la urbe
estridente
que no quiere
ni siente, no mira
ni espera
Un milagro en
la oleada del
inhóspito fragor
Solaz refugio
de mirlos,
la tertulia vecinal
El soñador andariego
A las seis de la tarde...
suave brisa del estío
Solares destellos
en cada bisel
y aquí sobre mis pasos
permisivas ventanas
anuncian un espectro
de blancos malvones
y humildes azucenas
De pronto,
desde algún lugar
un llamador de ángeles
embruja los oídos
Descuelga de un mundo
gentil e inocente
Cálidas notas
en su toque misterioso,
volátil, sugestivo
Casi deseado
como un remanso
del espíritu, como agua
en la sed
Sonido que se cuela
entre muros y
ramajes...
posando caricias
bajo la piel
En tanto, los ojos
del pensamiento
ya casi entornados
buscan palabras
que rimen
con la celeste
fortuna
de espacios a cielo
abierto
¡Oh! Paz, imponderable
concepto, florecida
esperanza
junto a mixturados
verdores que entre si
se confunden
Canela textura
de un arce solitario
Dos siluetas al azar
y un beso robado
deja el chasquido
sobre el confín
que demarca
el horizonte
Son calles
sin barreras...
Donde los sueños
se entremezclan
En tanto
una lluvia lejana
entre oscuros grises
orlados de carmín
anuncia su posible
llegada...