Al pasar, un sauce llorón
me rozó levemente
Amables, tiernas hojas...
Suave brisa y frescura
su ramaje acariciante
Trajo un soplido de savia
cayendo de las alturas
Y allí me quise quedar
aunque a solas estaría
El tronco añoso del árbol
en silencio me invitaba
Fue un gesto incondicional
de botánica empatía
La tarde se hacía humo
al final de aquella calle
Un sol rojo cual hoguera
iba hundiéndose a lo lejos
entre muros y bocinas
que emulaban al infierno
El amigo inesperado
no cerró sus alas anchas
Ahora todo era conmigo
verdor, espesura, ramas, ...
su envolvente murmullo
Y un coro de gorriones
que en lo alto canturreaba
¡Bienvenido dulce encanto!
dije pa' mis adentros
Un beso e la llanura
que entre vértigo y fragor
de pronto se hace amigo
para ceñirme a sus anchas
Gestos de amor sin palabras
sobre pasos pensativos
¡Calladamente me arrullan
en plena cárcel urbana!
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