Luces de neón
profanan
mi piel mortecina.
No quiero
saber qué hay más allá;
la
curiosidad quedó atrapada
tras las
rejas de mi mente.
Me
sostiene el silencio
de la
calle oscura que hiede a desamparo.
No deseo compañía
cuando
los diablos me poseen,
cuando mi
mente se vuelve garabato.
En
quietud fetal
leo mi
biografía
impresa
en las honduras
del viejo
colchón.
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