De tus hermosos ojos:
La
alegría del sol
y la
fuerza del su fuego.
La
humedad del alba
y el
resplandor del cielo.
De
tus celestiales ojos:
La
noche y su misterio,
para
abrazar el valle
de mi
cuerpo, en cautiverio.
Para
esculpir todo el valle
del
céfiro que acaricia
la
grandeza de un imperio.
De
tus negros ojos:
El
abismo de un infierno
y la
libertad del alma
ardiendo
en el propio fuego.
Del
encendido coral
que
arde en mi propio cuerpo
y es
bramido que se extiende
con
resonancia de mi eco.
De
tus poderosos ojos:
El
sueño de mi silencio
con
frialdad del invierno,
que
dulcemente aguardan
la
primavera en mi cuerpo.
De
tus amorosos ojos:
La
guitarra de mi pecho
que
extiende en armonía
las
notas de mi amor ciego,
y son
suspiros que brotan
de mi
corazón hecho verso.
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