Tomarme un jugo de vida,
exprimido cada mañana,
y beberlo con fruición
-por si adelantan la hora-
Dicen que quita las arrugas del alma,
aunque aumente las del cuerpo.
Dar los 10.00 pasos necesarios
para cumplir el hito del día:
seguir buscándome
en el laberinto ilimitado
de las dudas y los interrogantes.
Abrazar los árboles
donde enterraron a los antepasados,
sentir en la piel
las raíces y las ramas de los que fueron
y por los que somos de algún modo a su medida.
Ser agradecida porque los pilares de la tierra
nos siguen sosteniendo
y las caprichosas parcas
nos mantienen en vilo
del hilo arcano
sin bajar el pulgar de su traidor tijeretazo.
Ser declarada incapaz
de difundir maledicencias
y de entender la clave de las ofensas.
Ir a trabajar
sabiendo
que quizá fue y será lo mejor
que algún día tuvimos.
Escudriñar, olfatear, acariciar, saborear,
escuchar
las notas de una matemática imposible
que algunos llaman música
y resulta en emociones
y sinfonías que nos apaciguan
-¡La paz, ojalá, la paz!-.
Compartir sin petulancias,
repartir herencias inmateriales,
enseñar a caminar por los senderos abiertos
de los almarios que se bifurcan
y se agigantan con el uso.
Llenarme los pulmones de aire
y volar por el agua y por el cielo,
con las altas alas de las letras,
esas brujas hechiceras que me indican
por dónde atravesar
los horizontes.
Me uno a estos propósitos para el año 2023 tan bien poemados, tan bien logrados, tan bien escritos, tan bien soñados por esa extraordinaria poeta española que es Gloria Nistal, y abrazaré árboles como abrazo esta poesía y exprimiré los días como el jugo de la mañana. Gracias por tu poesía Gloria Nistal. Nos contagias de vida.
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