Vaya, es penoso que lo diga yo
cuando salí yo
se acabaron las bailarinas
se acabaron las rumberas
en el “Tropicana” que inauguró Fulgencio Baptista
porque en los nai clob de los Estados Unidos
no lo dejaban pasar por el color de su piel.
Vaya, caballero, que cosa más grande, es penoso que lo diga yo
cuando salí yo
se acabó “Raquel” y toditas las demás
yo las tumbé
de cha cha chá y Mambo.
Vaya, es penoso que lo diga yo
no todo el mundo lo bailaba
al mambo, vaya,
de Dámaso Pérez Prado
porque era muy jápido
de tan rápido
que parecía que las parejas
estaban pedaleando el aire.
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