Duerme y aceza la ciudad en su
morriña
de gato entristecido
y el calor escuece y atraganta:
la voz cascada de la ventana
escapa
acariciando la angustia en su
lamento.
Un mugido atravesado
en las calles sin viento
y una soledad de alcohol
en la ciudad;
y la voz sigue sola,
Desgañitada…desgañitada…
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