Sí, señor Juez, me declaro
corrupta de pies a cabeza.
Ningún rincón de mi cuerpo
es inocente.
Ante su amor me entrego.
Caricias, besos, preámbulos
y juramentos es el precio.
Vendo mi corazón al suyo.
Me dejo llevar por sus provocaciones.
Sé que al infierno de sus llamas iré a
parar.
Un llamado de conciencia
a la entrega del sentimiento.
Pasión que me condena a rendirle
favores tanto carnales como
espirituales.
Ya no llevo cuentas.
Á él me debo como diosa de sus sueños.
Me corrompe con sus dádivas.
Generosas, llamativas, eufóricas,
exorbitantes.
Llenas de belleza, como el lujo del
corrupto.
Disfruto plenamente de sus exigencias.
Pecado de los sentidos.
Sentir que le pertenezco
bajo el secreto de nuestras intimidades.
No las negaré, señor juez.
Ocultas permanecen frente
a la mirada envidiosa de aquellos
que jamás han sabido amar.
Nosotros a diario lo probamos
al estrecharnos la mano, sello de
nuestra unión.
Alianza que me reprocha el no
saber
controlar mis instintos de mujer fogata.
Se devora en el crimen de amar al hombre
que me compra la vida bajo la
amenaza
de amarme hasta la muerte.
0 comentarios :
Publicar un comentario