viernes, 7 de noviembre de 2014

BUSCO UN LUGAR, POR IRENE MERCEDES AGUIRRE

¡Hazme un lugar en tu lugar , Oh, mundo,
para mi pobre carne palpitante! 
Detrás de tu fachada tecnológica
hazme un sitio pequeño, fiel, constante,
dónde pueda encontrarme algún segundo.
 
Quiero atarme una rosa a la cintura,
descalzar a mis pies, dedo por dedo,
despojar a mi cuerpo de tensiones,
despacito, despacio, calmo, quedo,
y que aflore tu savia hasta la hartura.
 
 
¡Necesito tu claustro primigenio!
¡Escanciar en el cáliz de tu ciencia
el sabor sin edad de los milenios!
 
Siento el peso feroz de nuestra era
que agoniza entre sombras, casi a gatas, 
 ¡Qué ridículo juego que jugamos
desafiando los cielos con bravatas
que amortiguan la Luz de la escalera!
 
 Me fatigo con tanta indiferencia,
y los vanos encuentros eficientes.
Esa urgencia tremenda para nada
que ensombrece los rostros y las mentes
empañando la fuente de conciencia.
 
 Sé que tú me comprendes bien, Hermano,
Es difícil vivir ¿Por qué persigo
este sueño interior, siempre lejano?
 
Busco en ti, Madre Tierra, tu sentido,
Tu sonido vital, siempre inmanente,
Comunión primordial con la armonía
tantas veces perdida tontamente
al vivir por vivir, cara al olvido.
 
 ¡Ay, Hermano, qué sola que me siento
cuando pasa la gente sin mirarse,
sin notar que es posible abrir las alas,
sumergirse en el éter y elevarse
hacia alturas que auguran áureos vientos!
 
 Esta noche me brota un hondo rezo
¡No me sirven remedos! ¡No me bastan!
¡Quiero ser, sólo ser, no más que eso!

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