Siempre
existe un lugar, allí, escondido.
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Un
reconocimiento reiterado
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de que
es posible TODO, si queremos,
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Como un
retorcimiento de la entraña
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que se
niega a admitir “ya
nada vale”,
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que
bulle y se restriega con lo bueno.
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Siempre
existe un lugar, Alto, posible,
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que
arranca la cortina de pesares
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y late, con su fuego titilante,
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cercando,
arrinconando lo nefasto,
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sedando
los momentos dolorosos,
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brindando
su esperanza, infatigable.
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Siempre
existe un lugar, propio del hombre,
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cavado
con las uñas y los siglos,
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atesorando
esfuerzo de las almas,
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lo
hacemos cada vez, y lo borramos.
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Perpetuo
renacer ¡Puebla y repuebla
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de
nuestro propio ser, que busca el ALBA!
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